Por Manuel Romero Caro, publicado en Expreso
Cuando China y sus empresarios arribaron al Perú para iniciar su ola de inversiones y operaciones, ya tenían una muy vasta experiencia otorgando préstamos para proyectos de inversión y efectuando inversiones durante decenios en África, Asia, Europa y América, incrementando su influencia global y tornándose en uno de los mayores acreedores globales.
La principal estrategia china para penetrar los diversos mercados extranjeros ha sido el otorgamiento de préstamos para la adquisición de bienes y servicios chinos con garantías de las infraestructuras estratégicas que financiaban. China tenía muy claro lo que quería obtener de los países extranjeros, pero estos últimos no tenían claro, como país, qué era lo que ellos querían obtener de China. Y cuando no había comunión de intereses con el país extranjero en los proyectos que China quería llevar adelante, en muchos casos la corrupción entraba a tallar.
Es así que proyectos que interesaban a China, pero que no eran viables económicamente, se llevaban adelante. Y al concluir su periodo preoperativo se evidenciaba que no generaban flujos para cumplir con el servicio de la deuda externa, por lo que no debe sorprender el muy elevado monto de las reestructuraciones, o rescates financieros que ha tenido que organizar. Por lo que, si le interesaba a China, se llegaba a algún tipo de acuerdo y las empresas chinas pasaban a tener la concesión (por 99 años más otros beneficios). O si no, se ingresaba a la atapa de reestructuración de las deudas. Es así que China, entre el 2008 y 2021, desembolsó US$240,000 millones en rescatar a 22 países que son “casi exclusivamente” deudores del proyecto de infraestructura Belt and Road de Xi Jinping, incluidos Argentina, Pakistán, Kenya y Turquía, según un estudio del Banco Mundial.
Por otro lado, diversos contratos suscritos con algunos acreedores incluían diversas facilidades: como venderles petróleo a un precio menor al internacional y ventajas impositivas, como no tener que pagar impuestos de importación por equipos instalados en las obras, etc. Es que, como menciona el profesor de Estudios Estratégicos de Nueva Delhi, Brahma Chellaney: «Si hay algo en lo que los líderes chinos sobresalen, es en el uso de herramientas económicas para impulsar su agenda geoestratégica». Pekín prefiere que estos grandes proyectos vayan mal, porque cuanto más pesada es la carga de sus deudas, más dispuestos se muestran a plegarse a sus intereses.
Sin embargo, desde que la economía del gigante asiático dejó de crecer a tasas del 10% por problemas internos, están siendo más cuidadosos, considerando, además de sus intereses geoestratégicos, la viabilidad financiera de los participantes en la Ruta de la Seda.
Aunque la principal responsabilidad recae sobre los representantes de los prestamistas (y/o de los responsables de la ejecución de los proyectos de inversión), obviamente también hay elevada responsabilidad en las autoridades de los países deudores, sobre todo en aquellos casos en que era evidente la inviabilidad económica de los proyectos a llevarse a cabo. Esto naturalmente está relacionado con una problemática que ha estado presente desde el inicio, que es la corrupción de las autoridades de los países deudores.
Fuente: CanalB
HeyVet presentó un innovador…
El especialista Guillermo Paredes…
Un escándalo de corrupción y…
La Subcomisión de Acusaciones…
El Perú atraviesa uno de los…