Por Juan Carlos Mathews, exministro de Comercio Exterior y Turismo
Publicado en El Comercio
“El mayor interés brasileño es usar el Perú como plataforma hacia Asia”.
El problema central que afronta el Perú se llama pobreza. Combatirla significa generar riqueza y ello supone trabajo, lo cual se logra con un crecimiento sostenido que derive en desarrollo económico (indicadores de bienestar). Los recursos de los programas sociales deben enfocarse solo en la población de extrema pobreza (5,5%).
Durante los 15 años previos a la pandemia (2004-2019), la pobreza se redujo de 50,2% a 20,5%. Hoy, según el INEI, se sitúa en 27,6%, es decir, 9’395.000 personas.
Para lograr ese crecimiento sostenido, hay que fortalecer los cinco motores de la economía peruana: inversión pública, inversión privada, exportaciones, turismo y consumo interno.
Un nuevo gobierno enfrenta el desafío de liderar reformas estructurales sobre los pilares donde estamos rezagados: educación, salud, infraestructura, ciencia-tecnología e institucionalidad.
Una fortaleza del Perú es su política de apertura: 23 TLC explican más del 90% de nuestro comercio exterior. China concentra el 34% de las exportaciones, y EE.UU., 13%.
Muchos países dependen de un solo mercado; el Perú cuenta con una estructura comercial diversificada, lo que explica que, aun en crisis externas, el comercio siga creciendo y generando empleo. Esta apertura abre oportunidades de alianzas estratégicas.
Para el Perú, Brasil –la economía más grande de Sudamérica– es un mercado potencial para minerales, productos hidrobiológicos, textiles y alimentos procesados. Para Brasil, el Perú puede ser un puente logístico hacia el Asia-Pacífico; por ello es crucial conectar las cuencas del Pacífico y del Atlántico mediante corredores y crear centros logísticos e industriales en zonas fronterizas como Puerto Maldonado o Iñapari.
En los últimos años, la inversión brasileña en el Perú, el comercio bilateral y la cooperación en proyectos logísticos se han incrementado, pero el espacio para crecer es amplio, incluido el turismo.
Los involucrados en corrupción deben ser sancionados; sin embargo, estigmatizar a empresas reestructuradas con directores probos y sistemas de compliance rigurosos es un error, pues varias ejecutan obras de gran impacto. El Estado debe supervisar permanentemente.
Brasil nos exporta maquinaria, vehículos, productos químicos y electrónicos, e invierte en infraestructura, energía, minería y agroindustria.
El mayor interés brasileño es usar el Perú como plataforma hacia Asia gracias al ahorro de hasta 16 días de flete vía Chancay-Callao, al acceso preferencial dado por los TLC peruanos con países asiáticos (Brasil no tiene TLC con China) y a la Ley de Zonas Económicas Especiales.
Para el Perú y Brasil, ahora es el momento de convertirnos en verdaderos aliados estratégicos.
Fuente: CanalB
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