Un reciente análisis sobre los procesos electorales en el Perú entre 2006 y 2021 revela un patrón claro: las encuestas realizadas con mucha anticipación no logran predecir con acierto a los finalistas de las elecciones presidenciales. Los datos muestran que los candidatos que encabezaban las preferencias diez meses antes de los comicios nunca coincidieron con quienes finalmente disputaron las instancias decisivas.
El caso más recordado es el de 2006, cuando Lourdes Flores lideró con holgura durante meses con cifras cercanas al 30%, pero terminó tercera con 23.8%, quedando fuera de la segunda vuelta. En paralelo, Ollanta Humala pasó de apenas 3% a inicios de 2005 a imponerse en primera vuelta con 30.6%. Situaciones similares se repitieron en 2011, cuando un triple empate se rompió con el ascenso repentino de Humala, quien subió 13 puntos en un solo mes para llevarse la victoria en primera vuelta.
En 2016 la volatilidad volvió a hacerse presente: Julio Guzmán se disparó a 18% en febrero, pero fue retirado de la contienda, mientras Verónika Mendoza creció de 4% a 18.7% en los últimos meses, quedando cerca de la segunda vuelta. El patrón se consolidó en 2021, cuando Pedro Castillo, que apenas marcaba 3% hasta marzo, escaló a 18.9% y ganó la primera vuelta. En contraste, George Forsyth, líder con 25% meses antes, terminó sexto.
El análisis estadístico evidencia la magnitud de los cambios: los favoritos tempranos cayeron en promedio 8.5 puntos porcentuales respecto a sus mejores cifras, mientras que los “tapados” crecieron 12.3 puntos en el mes final. De los 16 candidatos que lideraban encuestas con diez meses de anticipación, solo dos lograron imponerse en primera vuelta, lo que representa una tasa de acierto de apenas 12.5%.
Incluso comparando los resultados entre distintas encuestadoras, el patrón se repite. CPI, Ipsos y Datum registraron trayectorias muy parecidas, lo que sugiere que el problema no reside en la metodología sino en la naturaleza volátil del electorado peruano. En promedio, los candidatos se movieron 2.8 posiciones entre el inicio de la carrera y la jornada electoral, con casos extremos de hasta seis puestos de diferencia. Un reflejo de lo impredecible que resulta el escenario político en el país.
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Fuente: CanalB
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