Por Carlos Tello Aliaga
Pertenezco a una generación de Militares Victoriosos, con mucho orgullo, pero siempre con humildad, los peruanos estamos acostumbrados a conmemorar y celebrar batallas y combates perdidos a través de nuestra historia pasada, pero no sabemos agradecer a quienes dieron su vida por la Patria y permitieron que vivamos en Democracia, que ahora es utilizada por quienes quieren destruir el estado de derecho y nuestra propia libertad.
A pesar de ser Marino, me alejé de mi hábitat “el Mar” porque mi País estaba amenazado por el Terrorismo Demencial de Sendero Luminoso y luego del MRTA, siendo destacado a mediados de los años 80´s a las alturas de la Sierra de Ayacucho, conociendo el verdadero significado de lo que es “Pobreza Extrema”, en donde una familia dormía y comía en un solo ambiente, durmiendo sobre pellejos en una tarima de madera junto con todos los hijos en espacio cercado por palos y lianas, con el techo de hojas de palmeras y arbustos, por donde entraban murciélagos así como aves de rapiña, aprendiendo a convivir con estos Hermanos peruanos por los cuales combatíamos la insania terrorista.
Es esta la misma Población que, abandonada por el Estado, fue aprovechada por Sendero Luminoso para organizarlas en contra del mismo Estado y contra de las Fuerzas del Orden (Fuerza Armada y Policía Nacional), encargándonos el Control Político y Militar de estas zonas.
El Estado claudicó, se puso a un lado y entregó toda la responsabilidad a nosotros, los Militares, razón por la cual, durante ese periodo no hay ni un solo Político cuestionado, investigado y menos preso. Nosotros hasta ejercíamos las funciones de un “Juez de Paz”, teniendo que resolver desde problemas de pareja hasta posesiones y disputas entre Hermanos, aprendimos sobre la marcha sin mayor experiencia, pero con mucho amor a nuestra Patria, esto nos permitió la aceptación y respeto de la Población como en el caso de la Infantería de Marina a la cual orgullosamente serví.
Sin embargo, había muchos otros peruanos mal encaminados, abandonados por el Estado que fueron utilizados por líderes terroristas que impregnaron su ideología de odio y resentimiento hacia nuestra sociedad, aprovechando las desigualdades.
Para las generaciones que no vivieron esta desgracia y desconocen el accionar que tuvieron estas organizaciones terroristas en esa época, al punto de creer ahora que son “Luchadores Sociales” y que buscan el “bien común”, permítanme recordarles cómo operaban estas hordas asesinas. Los terroristas llegaban a los pueblos y reunían a la población en la Plaza Principal, solicitando la presencia del Gobernador o Autoridad Local, para luego escoger a cualquier poblador para ser nombrado como “nueva autoridad” y para asegurar su obediencia secuestraban a alguno de sus hijos, todo esto luego de ejecutar de la manera más salvaje y violenta a la autoridad vigente (con machete, palos, piedras), delante de mujeres y niños con la finalidad de obtener obediencia a través del terror extremo; luego de ejecutar este cobarde acto, organizaban a la Población Civil bajo amenaza, para apoyarlos en la ejecución de ataques a las Fuerzas del Orden de manera artera y cobarde, nunca dando la cara o enfrentándonos directamente, siempre escondiéndose dentro de la población.
Este era el verdadero escenario en el cual nos enfrentamos a mediados de los 80´s contra Sendero Luminoso y el MRTA. Ellos no usaban uniformes o distintivos que los diferenciaban de la población civil, nunca tuvieron valor para enfrentarnos directamente, menos controlaron territorio alguno, pero sin embargo ahora, luego de edulcorar sus acciones terroristas, tratan de confundir a las nuevas generaciones hablando de Conflicto Interno con el objetivo de conseguir estatus de Beligerantes, cuando nunca respetaron los códigos de la guerra.
Durante las diferentes etapas de este proceso subversivo cambiamos de escenarios, como lo relaté anteriormente desde las alturas de Ayacucho, pasando a la ceja de selva de Ayacucho, en la conjunción de los ríos Apurímac - Ene (VRAE), también en el Frente Huallaga (Uchiza-Tocache) para luego retomar el control de la carretera Federico Basadre en el Departamento de Ucayali a inicios de los 90´s.
En el caso de la Marina, cuando no estábamos destacados en las zonas declaradas en “Estado de Emergencia” permanecíamos luchando contra estas hordas en la ciudad, patrullando armados las ciudades en áreas de responsabilidad de la Marina de Guerra del Perú, en dependencias navales, villas navales, colegios en diferentes puntos de la ciudad.
Es en este escenario que, el 18 de julio de 1986, se produce un motín en los principales centros penitenciarios de Lima por parte de la organización terrorista Sendero Luminoso y que, al rebasar la capacidad de control de la Policía Nacional (Guardia Republicana en esa época), se encomienda a la Marina de Guerra del Perú el restablecimiento del orden interno en el centro penitenciario “San Juan Bautista” en la isla penal “El Frontón” con los trágicos resultados de la muerte de muchos terroristas producto de su demencial accionar al haberse producido una explosión mayor que la deseada mientras se trataba de abrir accesos para permitir la salida de terroristas rendidos, ocasionando que el edificio colapse con personas en su interior.
Estos hechos se realizaron en un área aislada, sin presencia de población civil, los presos eran terroristas condenados por actividades de ese tipo, el descontrol y la anarquía que existía en ese recinto era tal que nadie sabe hasta la fecha exactamente cuántos internos había, ya que los terroristas tenían el control “absoluto” de ese lugar, por lo cual a través de las visitas lograron introducir abundante munición y armamento así como víveres no perecibles apoyados por la Cruz Roja Internacional de esa época, dándole la capacidad de poder permanecer un mes sin apoyo externo de nada, según las investigaciones de esa fecha. De igual manera, se encontraron cadáveres de terroristas buscados a nivel nacional y que fallecieron en ese enfrentamiento; también se encontró abundante información que indicaba que desde ese centro penitenciario se planificaban y se reportaban todos los atentados a nivel nacional de esta organización terrorista.
Durante todos estos años se ha transmitido una serie de “leyendas urbanas” por parte de algunos terroristas sobrevivientes que han calado profundamente en la población, lógicamente con el apoyo de todas las ONG´s defensoras de los derechos humanos de los terroristas y medios periodistas mantenidos por estas mismas organizaciones. En el caso personal, tuve que esperar más de 32 años para compartir mis vivencias.
Luego de estos hechos tuvimos que organizarnos y acondicionar nuestro entrenamiento a operaciones en áreas urbanizadas, por lo cual fuimos entrenados por asesores retirados de las Fuerzas Especiales del Estado de Israel (DAT) y posteriormente con las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos (US Army Rangers), conformando la Unidad Antiterrorista de la Marina denominada “Unidad Especial de Combate” (UEC), unidad que, junto con los Comandos del Ejército del Perú, ejecutamos la operación de rescate de rehenes más exitosa del mundo, “Operación Chavín de Huántar”, acabando con la organización terrorista MRTA al eliminar a su cúpula en esa operación.
En esa época tuvimos que alejarnos de nuestras familias por largos periodos de tiempo con sueldos paupérrimos ($60 dólares al mes), encargando la crianza de nuestros hijos a nuestras esposas que estoicamente lo hicieron para permitirnos luchar por nuestra Patria, con muchas limitaciones y carencias de equipos, pero nunca de voluntad. Perdimos muchos compañeros, a mi generación nos costó mucho sacrificio, habemos militares y policías que seguimos con juicios interminables junto con nuestras familias, en mi caso casi 40 años, tiempo en el cual hemos perdido muchas oportunidades dentro de nuestras carreras y fuera de ellas, así como limitaciones de nuestra libertad, solo por haber cumplido con nuestro deber de defender a la Patria de la insania terrorista.
Es recién durante el gobierno del presidente Alberto Fujimori que estuvimos cerca de derrotar a Sendero Luminoso, con liderazgo de parte del gobierno, con autoridad y apoyo a las FFOO, con leyes excepcionales de carácter temporal y de estricto cumplimiento, que es en realidad lo que necesitamos para superar el clima de inseguridad que actualmente vivimos ante la amenaza del crimen organizado internacional. Lamentablemente, la irrupción de su mandato por diversos motivos no nos permitió lograr nuestro objetivo de lograr la pacificación nacional.
Luego vino la historia ya conocida donde el gobierno transitorio del Sr. Valentín Paniagua y su ministro de Justicia García Sayán destruyeron toda la estrategia diseñada por el presidente Alberto Fujimori para la pacificación nacional, negociando directamente con la cúpula de estas organizaciones la mal llamada “Comisión de la Verdad” a través de su secretario Dr. Javier Ciurlizza Contreras y permitiendo la liberación de miles de terroristas y pagos millonarios del erario nacional a los “deudos” de los terroristas (ahora llamados víctimas), así como el despilfarro de cientos de miles de dólares a todos los supuestos “defensores de los derechos humanos” (de los terroristas) a través de comisiones, asesorías, así como el inicio de la persecución implacable a todos los militares y policías que luchamos por la pacificación nacional.
Posteriormente vendría el gobierno del inefable Sr. Alejandro Toledo que levantó los “estados de emergencia” a nivel nacional limitando el accionar de las Fuerzas Armadas, permitiendo que “remanentes” de la organización Sendero Luminoso tomaran el control del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) al mando del camarada José y sus hermanos los Quispe Palomino, hasta la asunción del presidente Alan García en su segundo período presidencial, donde se retomó la lucha contra estas hordas terroristas en el VRAEM.
Es en esa etapa de esta lucha, que ya, como Almirante y como Segundo Jefe del Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales del Comando Conjunto (CIOEC), desarrollamos operaciones encaminadas a la captura de los “Blancos de Alto Valor” (cabecillas). En pleno desarrollo de operaciones, aunque parezca irrisorio, tuve que detenerlas por temas judiciales al tener que asistir a un centro penitenciario para un “careo” con un delincuente terrorista en Lima, donde este individuo tuvo la desfachatez de decir al juez que él no quería hablar conmigo porque yo era un “combatiente” al igual que él, considerando que, según sus palabras textuales “tenían que sentarse frente a él García o Giampietri”. Es así como luchábamos los militares en esa época: luchábamos en el campo militar y bajo el acoso de la justicia. Posteriormente, durante el desarrollo de una de estas operaciones especiales fui herido en un helicóptero, teniendo que pasar más de dos meses hospitalizado hasta mi recuperación parcial, permaneciendo con limitaciones físicas hasta la fecha, pero vivo.
En la actualidad, la señora presidente, con valentía, ha hecho lo que muchos gobernantes nunca hicieron, promulgar la “Ley 32419 que concede amnistía a las FFOO y Comités de Autodefensa”, que no es igual que impunidad ya que los casos más emblemáticos han sido castigados y los responsables de excesos ejecutados de manera personal y nunca como política del Estado, se encuentran purgando condena. Durante todo este proceso de lucha contra la delincuencia terrorista se realizaron cientos de miles de operaciones militares, siendo muy pocas las objetadas.
No seamos una sociedad injusta y menos, mal agradecida con quienes lucharon por la Pacificación Nacional con mucho sacrificio, pongamos las cosas en su verdadero contexto. Quienes combatimos a la delincuencia terrorista en condiciones descritas líneas atrás, no se puede negar que como humanos cometimos errores; la guerra es la degradación del ser humano. A los militares se nos prepara para emboscar al enemigo, atacarlo por la retaguardia, mientras duerme, mientras reza. No hay guerra limpia, todas las guerras son sucias, es la degradación del ser humano, pese a ello existen códigos de guerra. Lamentablemente, como resultado de la guerra se presentan o existen “daños colaterales”, muertos inocentes, de no combatientes.
Pero como indiqué, en la guerra existen códigos que respetamos los combatientes una vez que el enemigo es sometido. A diferencia de quienes reclaman estatus de beligerancia, ósea los terroristas, nunca respetaron ni siquiera a la población civil, campesinos, religiosos, simplemente los mataron para conquistar el poder a través del terror. Estos criminales terroristas no se pueden presentar ahora como simples “Luchadores Sociales” inmaculados. Considerando que todas sus acciones fueron “violadoras de los derechos humanos”, sin embargo nunca fueron juzgados por esos crímenes.
Para ellos, sí hay prescripción, sí hay indulto, hasta jugosas indemnizaciones en base a mentiras que han sido diseminadas por las ONG´s y los mal llamados abogados democráticos y defensores de los derechos humanos.
Ya es tiempo de parar esta persecución enfermiza contra quienes luchamos por la defensa de la libertad, la paz y la democracia de nuestra Patria, mientras que la clase política y la sociedad en general lo ha permitido. Entendamos en qué contexto se desarrollaron estos hechos: ante el abandono de la población por parte del Estado, este espacio fue aprovechado por las organizaciones terroristas, utilizando a esta población en contra de las FFOO y los Comités de Autodefensa. Ese fue el real escenario en el cual luchamos contra el terrorismo y por qué murieron civiles, unos ideologizados convencidos y otros por ser amenazados. En medio del combate no se podría discriminar esa condición, era simplemente el instinto de supervivencia contra alguien que nos atacaba a matar. Los militares de mi generación no nos merecemos el olvido eterno de la sociedad.
La señora presidente hizo lo que muchos presidentes quisieron evitar: “ponerle el cascabel al gato” y se lo agradecemos. Ahora hay quienes quieren confundir a la población con amenazas externas de organizaciones internacionales que no tienen nada que ver en asuntos internos de un país soberano, contando siempre verdades a medias con artificios legales mal interpretados, como tratar de culparnos por “crímenes de lesa humanidad” cuando en nuestra legislatura no existía esa tipificación. Todo estudioso de la ley sabe claramente que ninguna ley es retroactiva, salvo que favorezca al reo, solo tratan de confundir a la opinión pública con esa perorata a través de los medios de comunicación afines a ellos, mientras que lo único que realmente defienden son sus intereses personales, interés principalmente económicos y sobre todo sus cuotas de poder. Es un hecho que durante estos últimos años la justicia está politizada y principalmente por gente de izquierda progresista (caviares). La población tiene que entender claramente esto, ya es tiempo de “cicatrizar” nuestras heridas y no abrirlas más, llamemos a las cosas por su nombre: los asesinos terroristas “NO SON VÍCTIMAS”, son vulgares delincuentes terroristas, nunca fueron combatientes y menos luchadores sociales. Nosotros, las FFOO, nos involucramos en esta lucha por mandato imperativo de la ley en defensa del Estado, con las armas que se nos dio y por la bandera a la cual juramos siempre defender. No se nos puede poner de igual a igual con los asesinos terroristas como en el mal llamado Museo de la Memoria y de la Reconciliación (LUM), donde se idolatra a los delincuentes terroristas mientras se exacerban errores personales de algunos militares producto de esta lucha sangrienta. Se deben corregir los libros de lectura que el mismo Estado distribuye en los colegios donde se coloca a nuestro Gran Almirante Don Miguel Grau al costado de Abimael Guzmán o donde se menciona que durante la Operación Chavín de Huántar hubieron ejecuciones extrajudiciales sin mayor sustento, sin resaltar el sacrificio de nuestros verdaderos héroes el Crl. Juan Valer y el Capitán Raúl Jiménez, por ejemplo.
En lo personal, hubo una etapa de mi carrera militar que me hizo pensar que, por lo expuesto de mi carrera como integrante de una unidad especial, mi paso por este mundo iba a ser muy corto y que no podría criar a mis hijos, pero sin embargo lo llegué a hacer a medias con la invalorable ayuda de mi esposa y hasta conocí a mis nietos, a quienes adoro y por eso siempre estoy agradecido a Dios.
Basta ya, volteemos la página y sigamos luchando por el engrandecimiento de nuestra Patria agradeciendo a las Fuerzas Armadas, a nuestra Policía Nacional y a los Comités de Autodefensa que juntos nos permitieron vivir en paz. ¡Gloria Eterna a nuestros héroes de la Pacificación Nacional! ¡Terrorismo nunca más!
Fuente: CanalB
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