Geert Wilders y su Partido por la Libertad (PVV) han generado un terremoto político al obtener una sorprendente victoria en las elecciones holandesas, marcando un cambio drástico tras cuatro mandatos de gobiernos progresistas.

Con un enfoque clave en bloquear la migración islámica, Wilders proyecta alcanzar alrededor de 35 escaños de los 150 en el parlamento, más del doble de su desempeño anterior.

A pesar de este triunfo, se vislumbra un camino desafiante para Wilders para llegar a ser primer ministro. Aunque su partido es el más grande, la falta de una mayoría absoluta plantea desafíos en la formación de coaliciones. Frans Timmermans, líder de la alianza Laborista-Verde, y Dilan Yeşilgöz del VVD, se sitúan como fuerzas considerables en el parlamento, pero han descartado apoyar a Wilders para el cargo de primer ministro.

La reticencia de otros partidos a aliarse con Wilders se debe a sus posturas anti-Islam, que algunos consideran contrarias a las libertades fundamentales de expresión y religión en la constitución holandesa. Pieter Omtzigt, cuyo partido recién formado proyecta ganar 20 escaños, ha rechazado la idea de colaborar con Wilders por estas razones.

A pesar de las promesas de Wilders de buscar coaliciones, la resistencia de otros líderes políticos indica una difícil tarea para alcanzar un acuerdo. Mientras tanto, el PVV celebra su inesperado éxito en una modesta fiesta de campaña en Scheveningen, un símbolo del crecimiento inesperado de Wilders en las encuestas, lo que marca un hito significativo en el panorama político holandés.