Por Marcos Ibazeta Marino, publicado en el Diario Expreso
Ya hemos expresado hasta la saciedad en esta columna que tanto la izquierda radical como la más tonta a la cual se le conoce como caviar, es una estructura muy hábil en el manejo de la propaganda logrando convertir falacias y sofismas en aparentes verdades que se asumen como pensamientos generales legitimados por toda una sociedad.
El uso de la palabra pueblo por la zurda extrema tiende a generalizar como tal a la actuación de sus grupos de seguidores que, agrupados estratégicamente e infiltrados como manipuladores desde las sombras, desde donde han construido una conciencia colectiva de protesta que luego convierten en irracional, inician el consabido proceso de insurgencia combinando subversión, terrorismo, sedición y toda forma de lucha violenta dirigida a la toma del poder absoluto.
La pandilla caviar, muy acomodaticia con la derecha y la izquierda en función del dinero que haya, les ha creado dos caminos que la ultra aprovecha muy bien, uno es el famoso derecho penal del enemigo y el otro la no criminalización de la protesta, con los cuales criminalizan los actos de represión del Estado y se victimizan como héroes inocentes de protestas pacíficas que no lo son.
En el caso peruano, la gran falacia de mostrar a Castillo como un irresponsable que, a sabiendas que el Congreso no tenía los votos para vacarlo, quiso jugar con un mensaje supuestamente intonso que no pretendía ser un golpe de Estado, cuya ridícula sustentación hasta lo dan por válida juristas de prestigio como Zaffaroni, el argentino con antecedentes no muy limpios, y los presidentes narcochavistas, con el único objeto de mostrar a un Congreso que va como el cangrejo como el gran golpista, de modo que la solución sería devolverle el poder al rey del cuento del pollo que hasta ahora no se sabe si estaba muerto o vivo.
El primer sofisma es sostener que la vacancia y la sucesión presidencial es inconstitucional a pesar de que el hecho del golpe de Estado existió, la vacancia está prevista en la Constitución y la sucesión por la vicepresidenta es perfectamente legítima y, sin embargo, la turba que no es otra que la masa formada por los rojos extremistas, no acepta y califica de usurpadora a la actual presidenta exigiendo su renuncia y, con ella, la salida de todos los congresistas.
Si esto ocurre estaríamos en manos de un sistema electoral en el que nadie confía y con infiltrados marxistas leninistas más que comprobado.
Además, un adelanto de elecciones sin que el Estado aplaque el actuar sedicioso de los rojos ultras que ya comienzan a dividirse y el terrorismo a imponerse, muchas ciudades del país y casi toda la zona rural estaría en sus manos como zonas liberadas y sin control gubernamental alguno.
Si está probado que esta es una asonada de Sendero que llegó con Castillo y que fracasó en la toma del poder total, ¿debemos regalarles tan fácilmente el Estado?
Fuente: CanalB
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