Por Javier Bravo Villarán
En el presente siglo, uno de los factores transversales que facilitó la penetración de la ideología marxista-leninista en sus diversas líneas de interpretación ha sido la perniciosa insensibilidad hacia el civismo por parte de un sector significativo de la ciudadanía instruida, especialmente entre aquellos con mayores niveles de formación profesional. Este grupo, pese a contar con evidentes capacidades, privilegió la actividad individual en sus respectivos rubros, distanciándose de la solidaridad necesaria para contribuir al fortalecimiento y evolución de la institucionalidad del Estado, dentro del marco constitucional y democrático de la gobernanza del país.
Todos somos conscientes del desarrollo económico que alcanzamos, a pesar de la obstrucción provocada por la nociva infiltración del aparato estatal, manejado en su mayoría por progresistas de la línea caviar, quienes implementaron objetivos y lineamientos de gobierno muy similares a los del llamado "Socialismo del Siglo XXI". Tras 25 años, los resultados de este modelo son evidentes: un profundo deterioro en la seguridad ciudadana, el incremento de la inmigración ilegal con altos índices de criminalidad, el auge del narcotráfico y la minería ilegal, así como la instalación en el país de organizaciones delictivas nacionales e internacionales. Todo ello ha causado un grave daño a la calidad de vida de la población, ha provocado la emigración de peruanos al extranjero y ha generado una pérdida significativa de confianza de la inversión privada.
En el tiempo que vivimos somos partícipes de la mayor vergüenza de la historia republicana: todos los expresidentes vivos enfrentan procesos judiciales o están encarcelados, acompañados de un sinnúmero de cómplices que incluyen autoridades nacionales, regionales, municipales, funcionarios públicos de todo nivel, familiares, organizaciones y empresarios privados, muchos de ellos vinculados al caso "Lava Jato". Este escenario ha sido agravado por la vil manipulación de la opinión pública por parte de medios de comunicación que, movidos por intereses económicos, favorecieron la agenda caviar.
Hoy tenemos ante nosotros un reto generacional: restituir la democracia mediante la toma del poder por vías constitucionales. Para ello, debemos integrarnos con mente abierta, dejando de lado mezquindades, rencillas personales y/o grupales, mesianismos fatuos, para privilegiar elegir a nuestros mejores ciudadanos. Solo así podremos sentar las bases sólidas para un Perú soberano y respetable, cuyos ciudadanos seamos reconocidos internacionalmente por la comunidad de occidente y oriente, por nuestra ancestral identidad mestiza, fruto del sincretismo etno-cultural entre oriundos e inmigrantes a lo largo de los siglos.
Obviamente, existe también la opción del mediocre de continuar por la senda de destrucción del milenario Perú, camino que desgraciadamente venimos recorriendo desde inicios de este siglo, y que solo merece nuestro más firme repudio hacia quienes, por intereses subalternos, persistan promoviéndola u opten por la cobardía de la indiferencia y no votar para corregir el significativo aumento del nivel de ausentismo que se dio en la capital durante las últimas elecciones generales del 2021, con el desastroso resultado que provocó.
Fuente: CanalB
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