Fuente: EL REPORTE
El eslogan del proyecto Pedro Castillo, basado en la redistribución de la riqueza nacional, fue un bodrio. Desde que arrancó su régimen la inversión privada se debilitó por la incertidumbre política y la inversión pública, más entretenida en rendir pleitesía al profesor chotano, continuó con la falta de ejecución de sus recursos. En el primer caso, respectivamente, los picos de desempleo fueron un botón y para el segundo, la ralentización a la hora de construir colegios y hospitales. En síntesis, la pobreza monetaria actual habría excedido el 30%, techo que solo se tuvo durante la crisis sanitaria, lo cual representa un retroceso peligroso en pleno proceso de reactivación que, se supone, iba a ponerle fecha de expiración al estado de carestía de las familias con menos ingresos. Los augurios también son pésimos. El ministro de Economía, Alex Contreras, indicó que recién para el 2024 habrán cambios en los índices. El desgastado estribillo de “no más pobres en un país rico”, planteado como promesa, terminó siendo la prevista antesala de una traición.
El Perú tuvo un marco crítico el 2020. A todas las deficiencias —como en el sector salud y educación— que se engrosaron durante el periodo pandémico, también se sumó la paralización económica —producto del confinamiento— y dostransiciones presidenciales consecutivas —tras vacarse al lagarto Vizcarra entró Merino y por la presión popular este último salió a los días para que asuma Sagasti—. Esta suma de hechos perjudicó a la economía que cayó un 11%, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), organismo que en simultáneo informó que la pobreza monetaria había aumentado 9,9 puntos porcentuales, lo que significaba que un 30,1% de peruanos había caído a esta condición.
El siguiente año, mientras se iba controlando la dispersión del coronavirus y se reactivaba progresivamente la economía, se esperaba una pronta recuperación nacional. Pero en este país siempre se puede ir de mal a peor. En las elecciones presidenciales los pocos votantes que participaron —74,6% en la segunda vuelta— y los grandes ausentes —25,4% también en esta fase— le abrieron las puertas a una izquierda radical populista, que era encabezada por un outsider que respondía al nombre de Pedro Castillo. La historia es conocida: desde el día uno sus errancias políticas —como poner al exguerrillero Héctor Bejar como canciller o al ex senderista Iber Maraví como ministro de Trabajo—fueron generando una alta incertidumbre en un país que trataba de retomar el camino el crecimiento, ese que venía asombrando a nuestros vecinos en la región latinoamericana.
A finales del 2021, el INEI señaló que hubo un repunte del 13,3% en la economía y que se había reducido en 4,2 puntos porcentuales la pobreza monetaria; es decir quedaba en 25,9%. Esto gracias al potenciamiento que tuvo la manufactura, la construcción y los servicios tras eliminar algunas restricciones de la crisis sanitaria.
Sin embargo, el vértigo del 2022 lo cambió todo. En lo económico, hubo una disminución de la inversión privada: 0.8% en el tercer trimestre, de acuerdo al Banco Central de Reserva (BCRP). Esto se tradujo en el aumento del desempleo, de la desconfianza y más. Sobre lo primero, respectivamente, el INEI reportó que hubo un alza en septiembre: quedó en 7.3%, lo cual representó a 396,300 limeños. En la secuencia también está la baja inversión pública. El monto que faltó ejecutar ascendió a S/ 18,226 millones, según el portal de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Luego, el plano político fue la estocada. Se delató a la presunta red criminal del Ejecutivo, las mejoras políticas cayeron en el aplazamiento perpetuo y más. Acorralado, Castillo ejecutó un fallido golpe de Estado en diciembre. Al no tener respaldo fue detenido y posteriormente enviado a prisión preventiva por 18 meses en el penal de Barbadillo. Esto nos devolvió casi ipso facto al pasado. Según Javier Herrera, economista y director de investigación del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), volvimos a tocar el fondo del 30% de pobreza monetaria.
“No quiero adelantar cifras, pero con simulaciones muy simples, manteniendo la inflación de ahora y la previsión de crecimiento, asimilándola con el incremento de gastos de hogares, prácticamente regresamos a la pandemia. Otra vez 10 años atrás. Hay que esperar cifras oficiales”, dijo. A este mal augurio, se suma el pronunciamiento del ministro de Economía, Alex Contreras, sobre este mismo tema. “Probablemente la pobreza no se reduzca este año (2023)”, apuntó. También hizo hincapié en las millonarias pérdidas (Ejem: 100 millones de soles en viajes de transporte interprovincial) que hubo por las protestas posgolpe.
Solo bastó la indiferencia de no ir a las urnas y la ingenuidad de los que mal-estamparon su voto para crear una máquina del tiempo. Pasamos del 2023 al 2020 y de esta forma se perjudicó a las familias con menos recursos. Ya está hecho. Ahora tenemos una nueva oportunidad, ya sin el profesor chotano a la cabeza. En simultáneo, se debe desmantelar a los grupos que vienen azuzando al país y encaminar todas las fórmulas viables para repuntar económicamente.
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Fuente: CanalB
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