Por Javier Díaz Orihuela, publicado en Expreso
¡Estamos en recesión! Lo afirmó la semana pasada la prestigiosa calificadora Fitch Ratings, con sede en Reino Unido. Lo que diga, desata en el globo reacciones de alto impacto. Para nuestro país su expresión en rojo es tremendamente perjudicial. En consecuencia, las inversiones privadas se contraerán más, las empresas que tienen inversiones en Perú tratarán de deshacerse de ellas y otras simplemente encarpetarán iniciativas productivas.
Si a lo anterior sumamos la destrucción que originará El Niño, seguro que atravesaremos un tormentoso temporal con secuelas de larga duración, las mismas que se prolongarían hasta mediados de 2025.
El BCR logró controlar la inflación que marcó un nivel de 8,42% el 2022, pero lo hizo con un constante incremento de la tasa de referencia.
Aún se mantiene alta con respecto a otros años, pero ahora registra 4,3% y es muy probable que se acerque a 4%, que es casi su meta de 3,5%.
No obstante que la tasa de referencia baja en pequeños porcentajes, son las entidades financieras las que reflejan altos intereses. Así, para adquirir una vivienda es de entre 9 a 10,5%, para tarjetas de crédito entre 50% a 59%, para líneas de trabajo en pequeños negocios va desde 32% a 55%. En general, tasas muy altas.
Las consecuencias de operar con altas tasas es que se retraen las solicitudes de financiación, las personas adquieren menos de lo que realmente necesitan, la producción disminuye y el comercio también y todo concluye en que el PBI declina. Entonces, provoca la pérdida de empleo, la clase media que pierde calidad de vida, la pobreza aumenta y la indigencia golpea conciencias.
Consecuencia del efecto digital llamado “Punto-com”, sumado el impacto perenne de la destrucción de las dos torres gemelas de Nueva York en 2021, Estados Unidos redujo en forma radical su tasa de interés. Llegó a un mínimo histórico y la liquidez se expresó en mayor oferta con intensa demanda de créditos. En síntesis, fueron medidas públicas de estímulo económico bien aprovechadas por el sector privado.
¿Qué es mejor, inyectar al paciente un analgésico que disminuya el dolor o simplemente dejarlo sufrir? El BCR sube o baja la tasa referencial para disminuir la inflación, pero mantiene altos los intereses de los créditos. Así la demanda de estos disminuye, también la inversión en el sector productivo y, en cascada, declina la generación de empleo.
Por otra parte, el incremento de las tasas en EE.UU. suma el negativismo por el alza del dólar. La realidad es, pues, complicada. Lo bueno es que el país confía en la gestión del presidente del BCR, Julio Velarde. Sucede lo contrario con el ministro de Economía, Alex Contreras, quien debe ser remplazado del cargo por quien tenga expertise exitoso y peso político propio.
“¡Es la economía, idiota!”, fue el eslogan que llevó a la presidencia de EE.UU, en 1992, a Bill Clinton. Así convenció a sus electores que había que abordar la economía en crisis. En Perú, hay que remontar la desconfianza popular.
*Por Javier Díaz Orihuela, Exsenador de la República.
Fuente: CanalB
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