Por Augusto Cáceres Viñas

Por dónde se le mire o lea, sensatez significa; buen juicio, madurez, prudencia, cautela y moderación, con la cual se distingue el bien del mal, lo verdadero de lo falso y, con la que se  reflexiona antes de decir algo o tomar una determinación. 

Sintetizando; prudencia, cordura y buen juicio.

Desde hace un largo tiempo atrás, la sensatez se fue, paulatina y progresivamente, abandonando en todos los sentidos y niveles y por cada vez más peruanos; decimos lo primero que se nos ocurre sin pensar ni meditar y actuamos de igual manera. Nos hemos vuelto absolutamente intolerables e intolerantes con quienes no piensan cómo nosotros, nos creemos poseedores de la verdad y si alguien no está de acuerdo con uno lo llenamos de epítetos, descalificamos a priori y lo bombardeamos con improperios. Las pasiones y sentimientos han reemplazado a la razón y los argumentos. Los que vociferan tienen cada vez más adeptos y difusores, los incendiarios; de uno u otro lado, ocupan más prensa y espacio mediático, haciendo que la guillotina pública funcione sin piedad y sin razón. La metralla de la insensatez no discrimina y busca que arrasar. “Hoy no es el momento para los tibios porque los tibios, también son el enemigo”. Radicalismo e insensatez caminan de la mano. 

La insensatez, antaño, era solo un rumor, nadie o muy pocos le prestaban atención, sus mensajes enajenados y díscolos, no calaban ni tenían eco en ningún medio. Hoy la situación ha dado un vuelco, son ellos, los insensatos, los que toman, ahora, las decisiones y marcan la agenda nacional. 

Producto de un mundo polarizado, señalan algunos, cómo justificando la desaparición de la sensatez. 

Las redes sociales se han convertido en un insolente escaparate de la insensatez, cuanto más lo eres o aparentas ser más seguidores tendrás, cuanto más torcido y perverso es tu mensaje más likes ganarás, cuanto más insensato es tu mensaje más será difundido y atendido. No importa si eres de derecha o izquierda, lo que interesa es; la insensatez de tu mensaje; a más insensatez, más difusión. La guerra no solo es importante para avanzar sino que resulta en imprescindible para acabar con el enemigo, real o imaginario, solo el fuego acabará con todo lo malo, al mismo estilo de Nerón, Hitler, Stalin, Mao y otros “señores” de la muerte. No existe el punto medio, ¡No! “O estás conmigo o estás contra mi, decide ahora, porque sino pasarás a integrar la lista de enemigos a los que debo destruir”, es el Robesperriano mensaje que hoy discurre por la permanente y caótica  tormenta en la que se han convertido las redes sociales, los medios, las calles, las aulas, el  parlamento y la vida social y cultural, de esta insensata tribu que es hoy el PERÚ del siglo XXI. 

Como demostración de ello tenemos en nuestra patria 25 partidos políticos inscritos en el JNE, y cinco más, en proceso. En total tendríamos, para el próximo proceso electoral  30 partidos y 30 potenciales candidatos a presidente de la República con 4 mil candidatos a congresistas, pero eso no es todo, además existen aún unos 170 movimientos políticos regionales en todo el Perú, un número similar de frentes de defensa, más de 6 mil rondas campesinas, mil comités de autodefensa y 1,100 rondas urbanas. Nunca un país con tantos representantes y aspirantes a representantes, que, en realidad, son grupos con características tribales. Mayor demostración de insensatez no se nos puede pedir. 

Pero ahí no termina la cosa; en todo el PERÚ existen 2,200 estaciones de TV y más de 6 mil estaciones de radio. De esta astronómica cifra solo 90 estaciones de Tv están reguladas y son miles las estaciones de radio entre informales y clandestinas que operan en todo el PERÚ.

Por infortunio y, para remate, están las redes sociales donde la opinión de un premio Nobel en química, física o medicina, vale igual, incluso puede que menos, que la de un ignorante e irrespetuoso, por lo general, iletrado. Las redes son un caótico y catártico tornado que destruye a su paso cualquier atisbo de sensatez que en este pudiese existir. 

La Torre de Babel es un templo del entendimiento, comparado con nuestro país. 

¿Que hacer? 

Sin duda, así como estamos, la situación es sumamente compleja y difícil de componer. Porque los señores de la insensatez han logrado mucha presencia, atención y sobre todo, poder.

 
Sin embargo, me atrevo a postular algunas posibles formas de recuperar la sensatez nacional. 

Buscar los consensos detrás de posiciones sobre las que podamos converger, muchos; 

• Mantener la constitución de 1993, siempre con los cambios que sean necesarios. La comisión de constitución del congreso podría liderar un gran debate nacional sobre los posibles cambios de aquí al 2026. Entre ellos lo relacionado a la vacancia presidencial, la bicameralidad, y la regionalización, por ejemplo. 
• La libertad como principio fundamental; pensamiento, expresión, asociación, empresa y económica.
• La defensa y profundización de la democracia representativa. 
• El afianzamiento de la autonomía, separación de poderes y el Estado de derecho. 
• La defensa del derecho a la vida, la salud, educación y propiedad privada. 
• La  búsqueda de la igualdad de oportunidades, de derechos y resultados para todos los peruanos y habitantes del PERÚ. 
• El reconocimiento de la peruanidad, como el eje de nuestra identidad nacional. 

Estos siete ítems, que podrían ser más o menos, los presento como punto partida para que los sensatos, que hoy están horrorizados y por ello, alejados del quehacer y de la construcción de un futuro nacional, se vuelvan visibles y participen activamente. 

Quizá lo logremos si usted se anima y les pasa la voz a otros y ellos a su vez a otros más, hasta convertirnos no en una corriente sino en un torrente que logre, con gran dedicación, sacrificio y entrega, cambiar el destino trágico por el cual discurre, hoy, nuestra patria. 
¿Iluso? 

Quizás si, ojalá que no.