Por César Campos R., publicado en Expreso
Resulta explicable la protesta y fastidio de un sector ciudadano ante el nuevo pedido del Poder Ejecutivo al Congreso, solicitando la autorización de viaje para la presidente Dina Boluarte, en esta oportunidad hacia los Estados Unidos para asistir a la I cumbre de líderes de la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas” convocada por el mandatario de ese país, Joe Biden.
Boluarte viene de hacer un periplo insulso e inopinado por Europa donde –pese a las advertencias– se empecinó en reunirse con el papa progre Francisco I, recibiendo de este solo una expresión de desagrado. Tampoco fue afortunada o siquiera singular su presencia en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York.
Ahora, mediando la afligida admisión del ministro de Economía y Finanzas respecto a que atravesamos una etapa recesiva, el cuarto peregrinaje internacional de la jefe de Estado suena desproporcionado.
Sin embargo, hay otro contexto que debe observarse de cerca y al cual quizás la Cancillería peruana juzga priorizar para que dicho viaje se realice.
Ello está referido a este enésimo intento de Washington por alinear a su patio trasero en el ajedrez geopolítico que disputa con la República Popular China, el mismo que se puso de manifiesto recientemente a través de un reportaje de Financial Times colocando a nuestro país en el centro de la atención.
Como se recuerda, el diario británico reveló hace una semana y media que el gobierno de los EE.UU. expresó oficialmente al del Perú su “preocupación” por el hecho de que la RpCh esté ganando control sobre partes críticas de nuestra infraestructura donde se incluye activos energéticos, mineros y portuarios (Chancay). “En los grandes temas geoestratégicos, el gobierno peruano no está suficientemente concentrado en analizar los beneficios y amenazas para el país”, dijo un alto funcionario de la administración Biden a Financial Times.
Washington no quiere perder de vista a China pese a sus preocupaciones contingentes por la guerra Rusia-Ucrania y el ataque de Hamás a Israel (ya tuvo una incursión armada en la franja de Gaza). Saca debajo de la manga esta “Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas” como lo hizo el siglo pasado con la creación de la Unión Panamericana (1910, convertida en OEA en 1948), la Alianza para el Progreso (1961-1970) o la Cumbre de las Américas (1994) sin resultado favorable alguno para las naciones del hemisferio sur.
Posiblemente Boluarte crea imprescindible dar explicaciones a Biden sobre la naturaleza de las inversiones chinas en el Perú y para ello se preste al juego yanqui de asistir a ese demagógico encuentro. Pero ojalá sea clara y firme.
Los intereses estratégicos de los EE.UU. ya no son los nuestros en este mundo que ese país quiere desglobalizar luego de apostar por el libre intercambio de bienes y servicios durante décadas. Siendo un socio comercial importante, la RpCh también lo es. No cedamos un milímetro a esta decadente pataleta gringa.
Fuente: CanalB
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