Actualidad

Discurso de Diego de la Torre de la Piedra con ocasión de su incorporación como miembro de la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas

Publicado el 15 de mayo de 2025

Discurso de Diego de la Torre de la Piedra con ocasión de su incorporación como miembro de la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas el 14 de Mayo del 2025 en la Casona de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima

 

Estimado Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Dr. Benigno Pendás García, Estimado Presidente de Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas, querido amigo Dr. Fernán Altuve Febres-Lores, señoras y señores académicos, ilustres colegas, distinguidas autoridades, señoras y señores:


Es para mí y para los miembros incorporados hoy a la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas un verdadero honor estar aquí y ser parte de esta importante institución que, junto con la centenaria Universidad de San Marcos y la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, han sido faros de conocimiento, ciencia y reflexión en la Hispanidad, esa magnífica cultura que ha sido, es y será uno de los pilares más importantes, pero sobre todo más humanos, de la civilización occidental. Queda claro, luego de las investigaciones de grandes historiadores modernos como mi amigo Marcelo Gullo y Elvira Roca, que lo que conquistó a los súbditos de los Imperios Azteca e Inca fue la superior brújula moral de la cristiandad traída a América por España. Creo que ha llegado el momento de decir, sin aspavientos, sin soberbia y con madurez serena, que Occidente es la cultura que ha desarrollado mayor bienestar, desarrollo, paz y estabilidad en la humanidad. Dentro de Occidente hay, en mi opinión, una bellísima cenicienta, Iberoamérica, que aún no ha mostrado su belleza y potencial al mundo. O como dice también metafóricamente, José Luis López Linares en su documental “Hispanoamérica, Canto de Vida y Esperanza”, el oso hispano ha estado dormido durante los últimos doscientos años por una serie de anestésicos históricos como la leyenda negra (negrolegendarismo) alentada por otros poderes de Occidente e ideologías tanáticas que intuyeron el gran poderío de la hispanidad, como fuerza económica y moral, si se mantenía unida. Permítanme, hacer una breve reflexión sobre dos temas: 1. La hispanidad mestiza de primer mundo en el Perú y 2. El gran aporte cultural que la hispanidad católica puede hacer para equilibrar los efectos del desmesurado secularismo cibernético, relativista y hedonista del wokismo Estadounidense. 

 

Para el primer tema, la hispanidad mestiza, me referiré a la historia de una gran mujer,  la primera mestiza peruana, Francisca Pizarro Yupanqui (1534-1594). Su vida ejemplifica magistralmente el nacimiento de la Peruanidad, tanto biológica como cultural, que no es otra cosa que la fusión de dos imperios, Inca y Español. El 14 de Noviembre pasado estuve en el Palacio de la Conquista en Trujillo de Extremadura construido por Francisca en el siglo 16 honrando a su padre, Francisco Pizarro, a su madre la princesa Inca Quispe Sisa, y a su esposo, su medio tío Hernando Pizarro. El motivo fue la celebración de los quinientos años del primer viaje de Pizarro al Perú, fundador de Lima y del Perú mestizo que se insertó robustamente en Occidente con grandes escritores como el Inca Garcilaso de la Vega y muchos otros “mestizos power”. A diferencia de las colonias anglosajonas, en el Virreinato o Reino del Perú hubo un profundo y enriquecedor mestizaje. El propio Francisco Pizarro se unió en rito Inca a la princesa Quispe Sisa haciendo reconocer como nobles a sus hijos mestizos por el Rey de España. También Gonzalo Pizarro, luego de morir su hermano Francisco y adelantándose varios siglos, quiso fundar un Reino Peruano mestizo desvinculado de la Corona Española casándose con otra princesa Inca, Inquill Túpac. Por ello, se puede afirmar que aquí en el Perú se produjo el mestizaje más profundo, poderoso y potente en Sudamérica. En términos simples, pero que pueden aplicarse a muchísimos aspectos de la Peruanidad, no habría Pisco sin uva traída de España ni ceviche sin limón, también traído de la Madre Patria. Como demuestran las investigaciones hechas por el historiador Rafael Aita, hubo una alianza inteligente y potente entre la nobleza Inca y Española que permitió que la cultura Inca perdure y se enriquezca con el aporte de Occidente.

 

Nuestros tatarabuelos Incas eran sabios. Cuando veían que otra cultura o etnia los superaba en algo, adoptaban la práctica foránea sin ningún complejo. Lo hicieron aprendiendo las técnicas de la orfebrería Chimú, el conocimiento hidráulico Nazca y el alfabeto occidental español como lo hizo el gran cronista indio Guamán Poma de Ayala. Los Incas tenían un cosmopolitismo inteligente que tomaba lo mejor de otras culturas sin renunciar a sus raíces. De alguna manera se adelantaron a la Era Meiji de los Japoneses en el siglo XIX. Los problemas comenzaron con la República y el polémico Bolívar que confiscó las tierras a la nobleza Inca y abolió sus títulos. A diferencia de las etnias nativas de Colombia y Venezuela que los Incas trataron de civilizar y apartar de prácticas caníbales, en el Perú hubo una poderosa, culta, orgullosa y muy cristiana Hispanidad mestiza. Como muy bien señala el escritor Marcelo Gullo en sus libros sobre la Hispanidad, los procesos independentistas hiper fragmentados en América fueron promovidos por Inglaterra y Francia porque intuyeron, con razón, que una Hispanidad unida sería una amenaza geopolítica para ellos. La fragmentación política en Sudamérica durante la independencia fue artificial. En mi opinión, la evolución natural hubiese sido una Monarquía Constitucional mestiza en el Perú abarcando los territorios del antiguo Imperio Inca, como planteó lúcidamente Francisco de Miranda a inicios del siglo XIX. Para el resto de Sudamérica, en los territorios donde no hubo tanto mestizaje como Argentina, Uruguay y Paraguay quizás pudieron unirse y formar una gran República Argentina, hispana pero más afrancesada y británica, similar a los Estados Unidos. Sería poco práctico y/o utópico reunificar territorialmente ahora lo que fue el Reino del Perú en los siglos XVI, XVII y XVIII. Sin embargo, podríamos retomar el liderazgo intelectual y cultural que tuvimos con los Incas y con el Virreinato. El gran mensaje que nos dicen a gritos dos grandes mestizos, Francisca Pizarro Yupanqui y el Inca Garcilaso de la Vega es forjar una Peruanidad unida y de primer mundo. Como siempre converso con mi amigo Fernán Altuve, debemos promover una gran conspiración con el objetivo de una Hispanoamérica que vuelva a pisar fuerte en la geopolítica mundial como lo hizo en los siglos 16, 17 y 18. Y no solo me refiero a poderío económico sino también, ejemplaridad ética y moral como propone el gran filósofo español Javier Gomá Lanzón (el Ortega y Gasset del siglo XXI en su magnífico libro La Tetralogía de la Ejemplaridad). Como le recuerdo con pasión e insistencia a mis hijos y a mis alumnos: “el camino al primer mundo no es solo lo anglosajón, también lo es España”. Lo que España ha logrado en los últimos 50 años es notable, retomando esa energía y espíritu de forja que tuvo en el siglo XVI. La internacionalización de sus empresas, la magnífica infraestructura que soporta más de 90 millones de turistas al año, su vibrante democracia así como un admirable sistema educativo y sanitario, son un modelo a seguir. De joven siempre pensé que moriría sin ver un país de primer mundo donde se hable español. Hoy España es primer mundo y sus empresas compiten con éxito a nivel mundial. Pocos saben por ejemplo, que el 60% del tráfico aéreo mundial se coordina con algoritmos matemáticos creados en España, con Indra.


Hay una importante y vibrante comunidad española en Lima, limeños de España, como algunos se autodenominan, luego de sentir la calidez y cercanía de los peruanos. Estimado Dr. Benigno Pendás, tengo la intuición que usted y su esposa serán también limeños de España luego de sentir el aprecio y el cariño de los peruanos (también por nuestra comida). No olvidemos que nuestros tatarabuelos españoles como el gran Francisco Pizarro, fue un Limeño de España también. Se casó con una princesa Inca, Quispe Sisa, como muchos conquistadores, creando una nueva nación mestiza: El Perú.  Estos hijos mestizos nobles, como Francisca Pizarro Yupanqui y el Inca Garcilaso de la Vega hablaban latín, quechua, español e italiano personificando una nueva y vigorosa cultura incorporada a Occidente.
Los peruanos somos una fusión del Imperio Inca y el Imperio Español, ambos civilizadores e integradores que tomaban lo mejor de otras culturas sin perder sus raíces. El Perú tiene alma Imperial. No olvidemos la diferencia entre imperio e imperialismo. El imperio construye civilización como lo hizo Roma, España y el Incario. El imperialismo es otra cosa, solo explota sin dejar nada. Los imperios construyen ciudades, universidades, hospitales e infraestructura como lo hicieron los imperios español e inca en Sudamérica. Basta ver la fortaleza del Real Felipe, la Universidad de San Marcos (80 años más antigua que Harvard) así como Sacsahuamán y MachuPichu. España nos trajo el Cristianismo, columna vertebral de Occidente, que le dio al mundo una maravillosa brújula moral que permitieron grandes avances en los derechos humanos (anécdota Gullo-Evo Morales comiendo colmenillas en el Paraguas).


Como dijo el Inca Garcilaso de la Vega, nuestro gran “mestizo power” (perdón por el anglicismo), el Imperio Incaico preparó a Sudamérica para el Cristianismo de la misma manera que el Imperio Romano lo hizo con Europa. Rafael Aita, gran y joven historiador peruano, ha hecho una magnífica investigación sobre la evangelización de la nobleza inca y a quién felicito por ser uno de los más valientes y elocuentes soldados intelectuales contra la apócrifa leyenda negra exacerbaba en las décadas recientes por el denominado wokismo para dividirnos y enfrentarnos. 


La hispanidad es una poderosísima comunidad de más de seiscientos millones de personas que compartimos la misma lengua y cultura. Como mencioné al comienzo de este discurso, durante mucho tiempo hemos sido la cenicienta de Occidente. Es hora que fortalezcamos nuestra unión y nuestras alianzas culturales, sociales y empresariales. Reitero, de esta manera volveremos a pisar fuerte en la geopolítica y economía global, como lo hicimos en los siglos 16, 17 y 18. Recordemos que fue un Limeño, Juan de la Bodega y Cuadra, quién en una expedición científica descubrió la bahía de Vancouver y que 3/4 partes del territorio de Estados Unidos era parte del Reino de España (hoy 100 millones hablan español ahí, incluso hay una Real Academia Norteamericana de la Lengua Española).

 
Y como tema final, quería hacer una reflexión sobre la necesidad de una mayor influencia y/o alianza de la Hispanidad con el mundo anglosajón Estadounidense. Esto es algo que he venido pensando hace muchos años y que creo merece que le dediquemos tiempo así como entusiasmo y energía intelectual. La chispa para que esta alianza se ignite con fuerza, no es solo la amenaza geopolítica China sino también la elección de León 14. Creo, como Anatole France: “La casualidad es el seudónimo que usa Dios cuando no se le puede ver”. En mi opinión, no es casualidad que León 14 sea estadounidense y peruano. Creo que la moral católica traída al nuevo mundo por España, pionera de los verdaderos derechos humanos, es muy necesaria en el mundo anglosajón que estaba siendo devorado y destruido por el relativismo cultural, cibernético, hedonista y ateo a lo Harari. Perú, tierra de santos, junto con España e Iberoamérica, deben fortalecer su unidad y acercarse más a los Estados Unidos en una Cruzada para restablecer el sentido común, la fe, la esperanza y los valores que hicieron grande a ese país. No olvidemos que hay 100 millones de personas que hablan español en el país de Lincoln, Kennedy y Trump. Se respira un nuevo aire optimista en Occidente. Hay un retorno del sentido común y de la meritocracia distanciándose de las disfuncionales cuotas identitarias étnicas y de la ideología de género. Asistimos también a la reducción de la inflamación de la libertad que devino en ese libertinaje desenfrenado, caótico e irresponsable de la utopía hedonista y frívola del progresismo woke iniciado en Mayo del 68 en París, como lo describió tan bien el gran filósofo inglés Sir Roger Scruton. La libertad sin responsabilidad y sin moral es tóxica. Ya lo decía con elocuencia Adam Smith en su libro “Teoría de los sentimientos morales”: La ruta de lo moral es la vía del amor. Como decía Santo Tomás: ¿Y cómo llegamos a lo moral?: Por medio de la razón, pero la razón es una gracia de Dios y Dios es amor. Surge de nuevo una sociedad que ama, que crea y que busca la belleza en lugar de que odie, que destruya y que busque el conflicto y lo feo. Como decía Sir Roger Scruton, el Occidente Cristiano es superior intelectualmente, moralmente y estéticamente. Su brújula moral está perfectamente calibrada. De ahí la desesperación de los prosélitos de ideologías tanáticas, libertinas y divisionistas. Reitero, resurgen, más fuertes que nunca, los viejos valores de Occidente, en particular la familia. Los que creemos en estos valores somos la gran mayoría que estuvo silente los últimos treinta y cinco años, confiados en que esa ideología basada en el odio, la envidia, el victimismo, la mediocridad y el resentimiento estaba sepultada luego de la caída del muro de Berlín luego de haber sembrado con más de 150 millones de cadáveres el mundo (izquierda carnívora).  Sin embargo, su versión vegetariana es igualmente tóxica ya que no te mata directamente sino que te estrangula con regulación Frankenstein y con agresividad tributaria confiscatoria (impuesto a la herencia de 95% al estilo de Piketty). Millones de esclavos y títeres de la ingeniería social fueron producidos por el dantesco leviatán marxista tanto en su versión carnívora (lucha de clases) como la vegetariana (gramsciana-woke). Mientras que nosotros madrugábamos y trabajamos duro, el neo-marxismo cultural woke se infiltraba homeopáticamente, como una niebla que se expande, “capilarizándose” en todas las instituciones sociales, culturales y académicas, incluida la Iglesia y la empresa para imponer una narrativa hegemónica apalancada con los esteroides financieros de enigmáticos filántropos globalistas y de los gerentes woke de Big tech, Big Finance y Big Pharma así como los mega fraudes de USAID descubiertos por el DOGE de Elon Musk. El abuso de estos esteroides financieros produjo la sensación de falsa robustez en el relativismo woke estadounidense seguido de una crisis terminal que recién empieza. Los riñones y pulmones del organismo woke ya no responden por lo que su extinción está cerca, espero, por el bien de Occidente y de la humanidad. Puede decirse que el wokismo sucumbe producto de una septicemia causada por su putrefacción moral que ni los mejores perfumes mediáticos y académicos pueden disimular. Es para mí un gran honor pertenecer a la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas y ser parte de este selecto grupo de académicos e intelectuales que con su entusiasmo, con sus investigaciones y con su perseverancia han contribuido decisivamente en la batalla cultural para poder legar a nuestros hijos y nietos una sociedad moderna donde el objetivo no sea solamente ser feliz sino sobre todo, ser digno de ser feliz. En esta batalla firme, serena, inteligente, pacífica y democrática, esta Academia es un bastión del pensamiento que busca por medio de la razón soluciones y respuestas a los retos contemporáneos (IA, pobreza demografía etc). Gracias al gran trabajo de sus miembros la juventud se rebelará contra el poderoso materialismo cibernético, secular y hedonista, al estilo de Harari, donde criar niños es considerado un estorbo y los ancianos un pasivo social a eliminar mediante la eutanasia. Sigamos alertando al mundo de la amenaza del relativismo cultural del todo vale y construyamos una sociedad moderna y próspera, anclada en valores eternos heredados por nuestros padres y abuelos: Dios, Patria, Familia, Belleza, Libertad, Propiedad, Meritocracia, Excelencia, Democracia Constitucional y Creatividad, verdaderas columnas de la cultura Occidental, a la que pertenecemos. 


Como dijo el gran Octavio Paz a la caída del muro de Berlín:


“Que las respuestas no fueran las correctas, no significa que las preguntas no lo fueran”


Y estas preguntas son todavía válidas:


¿Cómo producir riqueza y distribuirla mejor?


¿Cómo lograr una sociedad más meritocrática, con mayor movilidad vertical?


¿Cómo lograr una mejor educación, y alcanzar ser una sociedad no solo de minorías selectas sino de mayorías selectas?


¿Cómo evitar que la suma de la igualdad ante la ley y la libertad no produzca esa vulgaridad dominante de la que hablan Javier Gomá y Mario Vargas Llosa?


¿Cómo lograr una alianza entre la empresa, la cultura, la academia y los gobiernos para enfrentar juntos los problemas contemporáneos?


Creo que las respuestas a estas importantes preguntas se gestan en instituciones tan prestigiosas y potentes intelectualmente como las que están presentes hoy día aquí. 


¡Muchas gracias!

 

 

 

 

 

Fuente: CanalB

Noticias relacionadas

Escribe un comentarios
Últimas publicaciones